Estando en Bogotá,
decidí escribir algo al respecto y este
es un pedacito: (próximamente en
conexiones maravillosas)
Llegue un día
de Julio a Bogotá, ciudad que al igual que muchos se consume en su bullicioso comercio,
donde la congestión es la reina y nosotros sus esclavos, ciudad donde diariamente acuden cientos a sus calles, en busca de nuevas oportunidades
que casi nunca son nuevas y por el contrario termina por robarles su vivida
libertad.
Aquella libertad
truncada por Pesadillas de otros que se creen con poder y empuñando armas
oprimen a inocentes campesinos, obligándoles a huir y resguardarse tras las grandes murallas de
concreto, encarcelando sus cuerpos y sus sueños.
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