Hoy en Colombia se celebra el día
de las velitas; un día muy tradicional. Esto trae a mi memoria, la infancia de
mis hijos. Ellos encendían aquellas velitas de colores, que adornaban los
frentes de las casas. Este sentimiento de luz y alegría aun
persiste en muchos de nosotros, cuando buscamos excusas para encender una vela;
apreciar su ondulante fuego y esperar que este, se extinga al igual que la cera
que una vez las formo.
Las velitas tienen mucha historia y
me imagino que todas ellas ciertas; pero con la que más me identifico, es la
que cuenta: que campesinos prendían hogueras en navidad, para saltarlas en un
acto de valor. Esto me recuerda mi infancia, donde hacíamos lo mismo y esperábamos
muchas horas, hasta que la llama se extinguiera; celebrando realmente nada, observando
el fuego y tejiendo historias.
Al igual que esos días del pasado,
me gustaría encender una hoguera, sin que me llegue a la puerta, todo el
combo del 911 y me multen por hacerlo, pero para evitar esto, creo que hare lo
mismo que hacían mis hijos cuando eran chicos, pero solo prenderé una, con una
sola intención: Agradecer.
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