Sunday, 6 December 2015

Espiritu Navideño


La navidad, tiempo de compartir amor,  alegría y paz. Navidad, tiempo de reflexión en aquel  espíritu de navidad, tantas veces escuchado, pero pocas veces sentido, como ahora.
Con la navidad pasa como sucede  con  las cosas buenas de la vida; nos acostumbramos tanto  a tenerlas, que en corto tiempo estas  pierden su verdadero significado.  De igual forma con la navidad,  cada año tenemos la navidad y nos acostumbramos tanto a las festividades  y en la preparación de  nuestras  billeteras,  que perdemos el punto, su verdadero significado.
Creo que navidad,  más que comprar regalos es tiempo de  regocijo  en la celebración del nacimiento de Jesús el Hijo de Dios. Realmente no me enfrasco en confirmar si realmente fue en navidad julio o febrero;  para mí es la celebración porque un día nació el hijo de Dios, con esto ya tengo suficiente. Por lo tanto, creo que es un hermoso tiempo no solo de celebrar si no de  vivir el dar,  el recibir y reflexionar en mi respuesta al respecto; que es lo más importante.    De dar lo mejor que tengo de mí y recibir de igual forma con regocijo y aceptación lo que otros de igual forma me vienen a dar, para mi ese es el verdadero espíritu de navidad.
Hoy escuchaba en la iglesia acerca de la anunciación que dio el ángel Gabriel a la virgen María y me pongo en su lugar y pienso cual hubiese sido mi respuesta al respecto?  Sera que mi respuesta hubiese sido de aceptación o negación, excusas, peros por los  problemas que muy posiblemente me traerá esta nueva situación en mi vida y entonces, pierdo la oportunidad de aceptar el regalo más hermoso que alguna vez pudo existir?    Cuantas veces perdemos la oportunidad única de nuestras vidas por nuestra respuesta frente a una situación dada.  Ojala nuestra respuesta fuese como la de María,  fe plena,  aceptación y humildad.
Escribiré una parte de la Biblia cuando el ángel Gabriel dio el mensaje a María.
Lucas 1:26-38Nueva Versión Internacional (NVI)
Anuncio del nacimiento de Jesús
26 A los seis meses, Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, pueblo de Galilea,27 a visitar a una joven virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, descendiente de David. La virgen se llamaba María. 28 El ángel se acercó a ella y le dijo:
—¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo.
29 Ante estas palabras, María se perturbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo.
30 —No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—.31 Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, 33 y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin.
34 —¿Cómo podrá suceder esto —le preguntó María al ángel—, puesto que soy virgen?
35 —El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios.36  37 Porque para Dios no hay nada imposible.
38 Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho.

Con esto, el ángel la dejó.

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